jueves, 24 de septiembre de 2009

El silencio de los abrumados

Hoy por hoy la pugna se hace cada vez más grotesca cuando se trata de elegir a los nuevos representantes de las que supuestamente deberían ser las instituciones más fiables para la ciudadanía. Me refiero a esos organismos que no han cumplido ni una década y se encargan de dar claridad en temas como transparencia y rendición de cuentas, protección de los derechos políticos y electorales, así como de algunos organismos un poco más longevos como las comisiones de derechos humanos e institutos electorales. El caso es que buena parte de ellos han perdido legitimidad y en donde se ha mostrado más ecuanimidad, el castigo es el asilamiento político de grupos y personas.

Las formas en que se eligen los espacios de los Ombudsman Nacional y capitalino, de magistrados y jueces, de procuradores de justicia y de consejeros de institutos que en el título se ostentan autónomos, van más allá de comparecencias y capacidades, se tratan en el fondo de pactos burdos de acuerdo a los intereses en juego, entiéndase reforma política, reforma económica o simple gobernabilidad.
Estos acuerdos al estilo Juanito podrían parecer nuevos a los ojos de la ciudadanía, sin embargo llevan mucho tiempo practicándose, el hecho es que ahora son más visibles porque las cúpulas partidistas son cada vez más cínicas y ya no les tiembla la mano a la hora de hacer público el dedazo. Tristemente nos han tomado la medida a la ciudadanía y a la sociedad civil organizada pues hasta ahora no ha pasado de unas cuantas manifestaciones y eventos mediáticos como para que ellos le midan más el agua a los camotes.

La última vergüenza de este tipo es la designación de Arturo Chávez Chávez, el flamante abogado de la nación, caso al que comentaristas de radio y tele así como de medios impresos le dedicaron planas y horas al aire preguntándose si sería aceptado o no, cuando el asunto estaba más cantado que la canción de baby te quiero.

Lo peor de todo viene cuando las y los elegidos para ocupar dichos cargos muestran el cobre tomando decisiones que no sólo favorecen a sus valedores políticos sino que dejan en entredicho la calidad y fuerza de nuestras leyes e instituciones. Y para ejemplo el de la Presidenta del TRIFE María del Carmen Alanís, -Maricarmen pa´ lo cuates-, al ordenar al IFE que se le otorguen prerrogativas hasta el mes de diciembre al extinto PSD. Con este chistecito la mini cúpula del único partido que no logró convencer con su propuesta a la ciudadanía, recibirá quesque para liquidar a sus acreedores alrededor de 11 millones por mes de julio a diciembre. Lo cierto es que Maricarmen antes de ser consejera daba asesoría política entre otros al PSD a través de la consultora DEMOS, de la cual el actual consejero del IFE Marco Antonio Baños también fue parte. ¿No será que el PSD le quedo a deber a DEMOS y en una de esas Maricarmen fallo para que le pagaran los muy sinvergüenzas?

Otro lamentable caso es el de los asambleístas del PRD en el DF y el de Marcelo, que con tal de asegurar una mayoría absoluta en la ALDF, -mayoría bastante endeble por cierto, ya que al primer desacuerdo los chuchos se le van a ir encima-, fue capaz de amarrar posiciones simbólicas como la que entregó al gris e intrascendente David Razú, al otorgarle la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos en la Asamblea con tal de asegurarse una lealtad que más temprano que tarde verá traicionada. Así reflejan cuanto les importan los derechos humanos en la capital.

Este último hecho se verá redondeado con la elección de Ombudsman en el Distrito Federal que probablemente podría ser una mujer, ya que las competidoras que más fuerte suenan son Marie Claire Acosta y Patricia Colchero. El hecho contundente es que la segunda aspirante, al ser persona cercana a Álvarez Icaza podría tener menos oportunidades en la competencia puesto que el Ombudsman saliente si bien no fue implacable con el GDF por los hechos del New´s Divine y de Casitas del Sur, tampoco los trato como una perita en dulce, cosa que a Marcelo no debe agradarle mucho como para que una allegada de Icaza continué con su labor.

Así como están las cosas, la vida de las instituciones que pensábamos autónomas se encuentran corrompidas en buena parte y manejadas a placer por el partido que hace mayoría en la entidad de que se trate.

Yo me preguntó: ¿Y nosotros que hacemos para que esto cambie?

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