lunes, 30 de marzo de 2009

Con el apagón, que farsas suceden!

A raíz de que el sistema Cutzamala ya no es lo que era antes y de que en su pobre casa tengo agua racionada desde hace tres semanas (ahora todo funciona con un avanzado sistema de cubetas), me entró una conciencia del ahorro de los recursos naturales, más por añadidura que por convicción pero conciencia del ahorro a final de cuentas.

Me decidí pues a darle un respiro a nuestra maltrecha y vapuleada madre tierra que si pudiera hablar nos mentaría la madre y si tuviera manos ya nos habría puesto una madrina. La cita era el 28 de marzo de 20:30 a 21:30 apagando las luces de toda la ciudad por convocatoria de la WWF (parecen más siglas de lucha libre gringa que de una organización en pro del medio ambiente, pero en fin)

Me dispuse a acudir al zócalo y entonces me dí cuenta que los electrodomésticos son parte la vida cotidiana de un citadino, ya que me fue imposible apagar el refri (por aquello de la descongelación) y la alarma de casa (por aquello de la inseguridad), así que sin mucho esfuerzo me hice huey y me imagine como que ya había apagado todas las luces de casa. Primera farsa.

Mi cabecita loca esperaba que al apagar todas las luces de la ciudad de repente aparecieran cientos de estrellas en el cielo que ni por error vemos con tanta contaminación, que habríamos de ser parte de un rito prehispánico como si de verdad me encontrara en medio de la selva o en lo alto de un cerro sagrado, como si fuéramos a regresar a nuestros orígenes en donde teníamos un mayor equilibrio entre nuestras acciones y la naturaleza. Segunda farsa.

Llegué al zócalo y justo lo que pensé, como buenos chilangotes todos traían cámaras digitales, cámaras de video, lucecitas de esas que regalan en conciertos y bodas que vendían los ambulantes, además de otras chácharas. Lo peor es que el popolo nunca dejó de realizar las actividades que comúnmente hace como hablar por celular, jugar con juguetes chinos de baterías y otras acciones que para nada tenían que ver con volver a nuestras raíces o hacer conciencia. Marcuse se regodearía al ver el nivel de alienación en el que nos encontramos sumidos.

Llego la cuenta regresiva y cuando por fin apagaron los edificios cual fue mi desilusión al ver que no hubo tal respiro para la tierra: el templete con bocinas gigantes que jamás se apagaron, las cámaras de TV transmitiendo desde lo que según yo iba a ser una boca de lobo, los semáforos, el alumbrado público, el claxon de los carros y el zumbido del helicóptero.

Ante tal desencanto no permanecí demasiado en aquel lugar y cuando me retiraba !el gran final!: una organización ecologista empezó a regalar unas bolsitas y como dicen en la colonia "gratis hasta la puñaladas", por supuesto que toda la gente corrió para obtener una de las bolsas, fuera lo que fuera, cual sería su sorpresa cuando vieron que se trataba de semillas de pino con instrucciones para sembrar en casa, muchos las devolvieron y otros más las tiraron al piso sin la mayor pena. Tercera farsa.

Por qué? porque sembrar ya no es parte de nuestro cotidiano como lo hacían nuestros abuelos, por eso!

Todo se veía a media luz pero no había un respiro para la tierra ni para la conciencia de aquella gente, así como tampoco lo hubo en la mía porque no pude apagar mi casa por completo.

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