jueves, 5 de mayo de 2011

Hoy como hace 40 años

Como el sacerdote Mexica que arrancaba la piel de su sacrificada para caracterizarse de Dios, siguiendo designios divinos para mostrarse invencible al enemigo, así los poderosos han arrancado la de nuestras hermanas y hermanos para demostrar su omnipotencia, ignorando sus muertes y dejando a su suerte a una población que vive la violencia generada por la indiferencia de sus gobernantes.

Hoy como hace 40 años el clima de violencia contra luchadores sociales es más doloroso y palpable que nunca. El desprecio por los problemas ajenos que la sociedad mexicana se ha creado gracias a una coraza formada entre lo aspiracional y lo urgente con altas dosis de conformismo, me afianza férreamente a la idea de que México, tal y como el sacerdote Mexica, se ha colocado una piel tornasol para simular transformarse y consolidar así su entraña autoritaria y represora.

La trillada frase “Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla” nos viene como anillo al dedo. Parece que todo lo hicimos mal, que el camino transitado durante 4 décadas se ando con ojos cerrados, que no aprendimos de los errores, que tendimos la mano con inocencia y ahora estamos condenados a penar el mismo camino de tragedia social que ilusamente pensamos haber superado en el año 2000.

Hace un año, un amigo comentaba con vehemencia que sólo los movimientos surgidos fuera de los centros geopolíticos y económicos de éste país podrían convocar a una “Ruta de agravios” que detonaría el descontento social con las clases gobernantes. Hoy que ha comenzado la segunda Marcha Nacional que parte de Cuernavaca al Zócalo, creo que sus palabras fueron predicciones.

Sólo pido que ahora si andemos ese camino con los ojos bien abiertos y los sentidos aguzados.