jueves, 11 de junio de 2009

Diálogo entre iguales

¿A quién se dirige la clase política con tanta vehemencia en sus discursos contra el voto nulo, voto blanco o abstencionismo activo? y ¿por qué están tan seguros de que se trata de una conjura de sus rivales partidistas, de los intelectuales a los que llaman “orugas sabias” o de las fuerzas oscuras como les llamara en otros tiempos el mandril Ordaz?

Y es que justo a él me recuerdan cuando subestiman la inteligencia y los planteamientos de la ciudadanía. Que no se dan cuenta que este movimiento nace del hartazgo de miles y millones de cabezas pensantes que circulan por las calles todos los días y que desarrollan las labores más cotidianas. Si quieren combatir el voto nulo tendrían que dirigirse a nosotros y a nadie más.

El movimiento del voto nulo no tiene una columna vertical, ni hay intelectuales orgánicos detrás o ideologías externas, nadie le tira línea y se vale de las acciones más heterogéneas para cumplir su cometido que tiene bien claro. Varios se han tratado de colgar, pero no se dan cuenta que en un fenómeno social como este, cada quien baila con el paso que mejor le sale.

Mucha gente ha argumentado que se trata de un movimiento inútil, o que su efectividad será justamente nula, pero les recuerdo que las movilizaciones nacidas de las conciencias más libres del país, son las que han generado los cambios históricos más fuertes en los últimos 50 años y le han dejado una huella que permanece.

El principal problema de la clase política es que no puede construir un diálogo con la ciudadanía por el simple hecho de que no nos considera sus iguales, se han despegado tanto de la realidad y están tan encerrados en su burbuja que ya no saben como combatir argumentos tan simples como los que plantea un ciudadano común que no se siente representado por ninguna opción. Creen que con un spot habrán de cambiar una conciencia por el simple hecho de repetir el mismo mensaje un millón de veces, si a eso le están apostando quienes les operan las campañas yo no estaría tan seguro de darles su paga.

Cuando existe un diálogo entre iguales se crean lazos de confianza, corresponsabilidad y un pacto que sin suscribirse genera compromisos cabales. Eso sin duda está ausente en el contexto actual.

La clase política se ha vuelto juez y parte de todos los problemas nacionales, por lo tanto no les preocupa el juicio de valor que la ciudadanía se forma acerca de ellos. El caso más claro es el de la guardería en Sonora en donde fallecieron cuarenta pequeños, por menos que eso han caído gobierno enteros en otras latitudes, pero aquí los mismos dueños de la guardería eran a su vez los funcionarios públicos que tenían a su cargo la supervisión de dicho inmueble. Inconcebible pensar que veremos a uno solo de ellos en la cárcel porque según el órgano judicial, no existe homicidio culposo, lo que existe es una clase política ciega y autocomplaciente.

La actual clase política se siente intocable, cree no les puede pasar lo mismo que le paso al mandril o a Echeverría, yo creo que se equivocan, yo creo que tienen miedo de mirarnos a los ojos y no saber como responder, por eso se inventan enemigos externos y complots rebuscados, por eso debaten en las alturas donde el aire escasea y las ideas se evaporan más rápido.

Como decían en aquel entonces, si Kafka viviera en México sería un escritor costumbrista.

martes, 9 de junio de 2009

Voto nulo como voto de convicción

Un debate intenso se está generando al interior del grupo de ciudadanos que ha votado por convicción, que ha ejercido el sufragio a favor de personas más que de partidos y de causas más que de plataformas. Justo ahora esos factores no están presentes con tanta claridad como en otras elecciones.

Quizá porque estamos en votaciones intermedias y desde que tengo memoria electoral así son: desangeladas, sumidas en distintas crisis, con el sello de la descalificación y el argüende. Nos hemos hecho a la idea de que los únicos cambios profundos se pueden generar cada seis años cuando elegimos al poder ejecutivo o cada cuatro cuando hay mundial de fútbol. Así es como las votaciones para diputados federales se pierden entre la bruma del desencanto que nos provoca el cinismo de la clase política.

Como sea, el debate ha comenzado y gira en torno a la utilidad del voto nulo contra la utilidad de votar por los actuales candidatos de izquierda que en su amplísima mayoría no significan una oportunidad manifiesta de avance, a eso le sumamos el llamado que organizaciones feministas han hecho para votar por aquellos partidos que apoyan la agenda más progresista.

El llamado a no anular el voto se enfoca principalmente en la consecuencia que tendría el la dupla PRI-PAN pues se vería reflejado en acciones constitucionales contra la ILE (Interrupción Legal del Embarazo).

Yo no antepondría el voto nulo sobre el llamado que hacen estas organizaciones porque considero que es una causa justa y necesaria en nuestra sociedad; sin embargo, la preguntas que me surgen son: ¿Qué compromisos genera la izquierda partidista para con los ciudadanos que por este llamado ejercen su voto a favor?, ¿merecen los partidos de izquierda la confianza de éste electorado de convicciones, a pesar de que en los últimos años no han mostrado más que mezquindad y descaro? La izquierda partidista puede ser una contención a todos estos retrocesos, pero como hacemos para que no que legislen en beneficio propio todo lo demás. Ahí está el dilema.

Uno de los argumentos principales contra el voto nulo es su carente utilidad manifiesta, no obstante se encuentra especificado dentro del código electoral, no tiene un fin determinado. Así como los votos a favor o en contra de un partido le dan la victoria o la derrota, con el voto nulo no hay ningún efecto legal, aunque fueran la mayoría la ciudadanía no puede ganar en este sistema, solo perder.

Uno de los argumentos más simplones para no votar nulo va en ese sentido, ¿Para qué votar nulo si no hay efecto legal y a los partidos no les importa si es el 30% o el 70% del padrón?

Si ese el cinismo con el que se manejan, entonces mis dudas respecto al comportamiento de la izquierda y de los partidos en general están bien fundadas y prefiero anular mi voto a menos que exista una verdadera manifestación de corresponsabilidad con la ciudadanía que vota por convicción y no sólo con las clientelas. Las preguntas son: ¿cómo generamos ese compromiso?, ¿quién dará el primer paso hacia esa nueva relación?

Si en los sondeos pudiéramos saber quienes votaron por la izquierda antes de tomar la decisión de anular su voto, existirían elementos duros para determinar su efecto.

Por lo pronto el universal señala en sus encuestas que el 32.81% de la población saldrá a las urnas y anulará su voto.