miércoles, 1 de octubre de 2008

Camino compartido

Para quienes no les quedo claro, he aquí mi salida expresa y mi solidaridad total a mis compañer@s de camino.

Recuerdo que comenzamos a caminar juntos hace aproximadamente 8 o 9 años; en aquel momento pensábamos que las trincheras aunque consolidadas, eran pocas, y que los pasos aunque firmes, eran muy pequeños para lograr una transformación gradual y consistente de nuestra sociedad, entonces decidimos que era necesario irrumpir en el sistema político para acelerar los cambios desde el interior. Pudimos parecer ingenuos, pero éramos honestos y comprometidos, y en la lucha social eso es fundamental.

Poco a poco fuimos cayendo en cuenta del compromiso histórico que habíamos adquirido, una deuda de honor con aquellos y aquellas que antes de nosotros habían sembrado una semilla de cambio. Aunque nuestra procedencia era diversa, nuestro objetivo era claro: combatir la desigualdad en todos y cada uno de sus peldaños, porque de allí derivan los problemas más arraigados en nuestra sociedad como la pobreza y la injusticia.

Sin una ideología monolítica, logramos –a fuerza de errores y aciertos- aglutinarnos en una izquierda que hasta ese momento no existía en México, una izquierda diferente, una izquierda incómoda, que a los ojos de la clase política no parecía partido, que parecía más un grupo de personas metidas en campo minado, que al no conocer el stablishment éramos vistos como algo raro, unos locos en pocas palabras, por eso éramos incómodos, porque NO hacíamos las veces de comparsa, una izquierda que decía lo que pensaba que estaba bien o mal, porque no tenía padrinos ni madrinas, una izquierda que rememoraba pero no deificaba, quizá no éramos la izquierda más radical pero estábamos comprometidos con la transformación real de nuestro entorno.

Una izquierda que fue ganándose un espacio y cautivando a una parte de la población que se sabe portadora de un legado único, que abandera causas que nos son comunes pero que son las causas de los tiempos que le tocaron vivir, que le permiten reconocerse como personas libres y que les confieren responsabilidades para con su comunidad; una izquierda solidaria con las minorías, porque todos en algún momento somos minoría, una izquierda que hablaba con lenguaje de calle y que se ocupaba de la vida cotidiana, porque hacía política para gente común, no para la clase política, porque hacía política para las personas, no para las masas, una política hecha por ciudadanos no por políticos. Y eso sin duda no era normal en México.

Estábamos y estamos convencidos que era urgente poner en práctica nuevas reglas, que la política y los políticos mexicanos estaban enfermos de simulación, que las cosas se hacían pero no se hacían, que las instituciones están vacías de contenido, por lo tanto la política debía ser entregada a la ciudadanía, cosa que en México jamás ha sucedido de manera consistente. En nuestra historia reciente los ciudadan@s han generado los cambios más profundos y trascendentales teniendo que arrebatar en ocasiones por la buena y en ocasiones por la mala sus derechos para ejercerlos libremente.

Ahora quienes coincidimos con esa forma de ser izquierda, hemos decidido dejar de estar presentes dentro de un sistema que ha entrando en un proceso acelerado de regresión, en donde los partidos y personajes que parecían estar enterrados resurgen con fuerza, en donde las prácticas represivas se vuelven materia de ley y la labor de simulación se vuelve cada vez más efectiva.

Esta izquierda deja de estar presente porque se le ha querido utilizar como adorno caro y se le ha banalizado para presunción de simuladores que solo hacen política vieja para conformar nuevas cúpulas, de simuladores que olvidan el compromiso histórico porque nunca lo han asumido realmente, de simuladores que se valen del nombre para conservar las prebendas, de simuladores que cambian de piel según el acuerdo y de color según el estado. Un día son socialdemócratas, otro día son priístas…

Así pues, quienes comenzamos a caminar juntos hace 8 o 9 años pensamos que es momento de llevarnos la esencia de esa izquierda que representamos a formar de nuevo una alternativa, porque no es algo que se pueda copiar o facsimilar, quizá puedan imitarla mediante caras estrategias y poses, porque las personas que hicieron suyo ese legado no son tontas y para mala suerte de los simuladores cada vez son más. A la ciudadanía libre y convencida no le dan Alternativa por socialdemócrata.

Hoy renuncio al Partido Socialdemócrata y me voy más convencido que nunca de que es necesario generar un trabajo más arduo, más disciplinado y sobre todo para conformar una nueva generación con una base sólida, que no venda su congruencia y su lealtad por un puñado de dádivas. Para lograr lo anterior no queda más que seguir construyendo en este largo camino que es la política diferente, la política incómoda, la política que no se hace en México porque genera cambios profundos, la política que evidentemente NO practica el Partido Socialdemócrata, la política que cada vez más personas buscan, y que sin duda muy pronto verá la luz.

Quienes ahora caminamos para generar una alternativa, sólo nos llevamos congruencia y legitimidad, quien venga cargando más de esas dos cosas en este camino, seguro se va a cansar.